Comienzo a escribir y no sé exactamente qué es lo que escribo. Escribo porque necesito comunicar, escribo porque necesito expresar, escribo para encerrar en palabras lo que no basta con sentir, con pensar. Escribo para inmortalizar cada letra en su propio sentido, para darles vida en su contexto, para graficar, unir, crear. Escribo contagiada por el lenguaje, por el alfabeto, seducida por las comas, los puntos y los acentos. Y aunque no sé muy bien por qué escribo, sé que ahora ya formé un texto, un párrafo sin mucho sentido.
Y es que para escribir, sólo se necesitan palabras.
En este momento la pantalla es mi cómplice, el teclado mi instrumento y el delito ha sido insinuar la simpleza de un escrito.
Y mientras lees me pregunto si crees que leyendo, existo.